jueves, 25 de diciembre de 2008

Sorpresas de la nochebuena

Para celebrar la nochebuena mi mujer y yo decidimos hacer una cena con nuestros hijos en casa, en realidad en casa de mi madre en Ribadesella, Asturias, comprando marisco en un vivero que además lo cuece.


El problema fué que no tenían buey de mar (para los que no sepan lo que es, imaginad un cangrejo de los de toda la vida pero con esteroides, muchos esteroides. Tantos que no cabe en un plato llano de los de comer) así que fuimos a una pescadería y compramos uno... vivo.
El otro problema surgió al llegar a casa. No fue coger al bicho, lo hice yo (agarrándoles por detrás no hay peligro. Además suelen estar tan atontados que ni metiéndoles el dedo en las pinzas hacen nada).
La sorpresa surgió cuando lo saqué y lo puse en un barreño: mis dos hijas lo "adoptaron" inmediatamente y lo empezaron a llamar Poti. Poco faltó que le pusieran una cuerda y le sacaran a pasear.
Así que cuando saque una cacerola y la llene de agua para cocer al bicho, poco menos que se pusieron a llorar y se fueron de la cocina.
Como decía, una sorpresa inesperada.
Epílogo: durante la cena mi hija Ana, la pequeña de siete años y apodada desde ese momento "Ana la sanguinaria" no dejó de repetir que Poti estaba muy bueno y con las tenazas en la mano no dejaba de pedir que le pasáramos más patas de Poti para comérselas.¡Que cruel es la humanidad!.






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sábado, 6 de diciembre de 2008

La boda de mi hermana

Mi hermana se casa mañana, 7 de diciembre (para los curiosos, es mayor que yo y en segundas nupcias) y me ha pedido que hable en la boda, así que como ella no lee mi blog, os ofrezco en exclusiva el texto que voy a leer en la boda:


Hace poco en un reunión de ingenieros en Dubai pronuncié una conferencia en inglés, y al terminar las taquígrafas protestaron diciendo que hablaba tan rápido que no les daba tiempo a seguirme.


Creo que esa es la razón por la que mi hermana Marta, cuando me pidió que hablara en su boda, me concedió sólo dos minutos.


Creo que también me dio dos minutos porque tiene cierto miedo de las tonterías que yo pueda decir, aunque eso no me lo dijo.


En cualquier caso yo, con mi habitual optimismo le dije que sí, que encantado de hacerlo y me olvidé, así que el viernes cuando veníamos en coche desde Madrid me di cuenta que no tenía nada pensado y me asusté, porque da muy mala impresión, incluso para una persona tan desorganizada como yo, salir a hablar en público y no saber que decir. Así que le pedí a mi mujer que me sustituyera al volante y me puse a escribir.


La verdad es que lo de que un amigo o un familiar hable en bodas no es muy común en España y las fuentes de inspiración que tenía son la película Cuatro bodas y un funeral y otras similares en las que esta persona por definición... la fastidia por decirlo finamente.


Así que decidí prescindir de las películas y pensar en una idea importante que compartir y que no te dijera todo el mundo, algo que mis quince años de matrimonio con una mujer encantadora pero de convicciones fuertes me hubieran enseñado y creo que encontré ese algo.


Y es "nadie es perfecto".


Ya, ya se que sabes que Isidoro no es perfecto, pero para decirte eso no saldría aquí, sobre todo porque me debo estar ganando la enemistad de Isidoro de por vida.


Lo que debes recordar siempre, es que TU no eres perfecta. Como yo tampoco soy perfecto, en realidad yo soy casi perfecto, y muchas veces discuto con mi mujer y me enfado porque se que tengo la razón y no lo entiende, hasta que al día siguiente me doy cuenta que yo estaba equivocado.


Porque pasa, sucede que muchas veces tenemos la convicción de que tener toda la verdad del mundo a nuestro lado pero cuando pasa el tiempo, nos tranquilizamos y vemos la vida desde otro punto de vista, comprendemos que no era así, al menos no era exactamente así, como la vida ya nos ha demostrado muchas veces a mi y a ti.


Incluso si realmente tenemos razón, normalmente no merece la pena discutir y pasarlo mal por temas que no son terriblemente importantes.


La vida es cruel, incluso muy cruel, y son pocas las personas que nos ayudan a que sea un poco más feliz. Isidoro va a ser una de esas personas, quizás la más importante. Darle la razón aunque no la tenga, y posiblemente la tenga muchas veces, no será un acto de generosidad, sino una ayuda para que los dos tengáis una vida mucho más feliz.


Por último sólo quiero deseáros a los dos como hermano que te quiere y en recuerdo de toda la familia aquí o en el cielo que nos ha acompañado durante una gran parte de nuestra vida: papá, mamá, la abuelita Aurora, nuestra hermana, los tíos, sobrinos... que seais muy felices juntos.