martes, 30 de abril de 2013

Johnny Winter: demasiado viejo para el Rock'n'roll....

El pasado viernes actuó en La sala Marco Aldany de Madrid el mítico guitarrista albino Johnny Winter y alli que me fui con un amigo.

Inicialmente pensaba hacer que esta entrada del blog fuera una crítica de su música, pero al final he decidido cambiar la orientación.

La cola de entrada ya hacia presagiar que no iba a ser un concierto para jovencitos. A ninguno de los que esperábamos entrar nos iban a pedir el DNI cuando pidieramos una cerveza y una gran mayoría tenía canas o calvas (o ambas como en mi caso).

Sin embargo la introducción tocada por los tres infundió un ritmo en la sala que nos elevó el espíritu a todo el mundo con una promesa de rock y blues potente.... hasta que salió Johnny Winter.Igualmente cuando empezo el concierto, sin teloneros como suele ser habitual con estos músicos no excesivamente conocidos, y salieron los miembros de su banda, la "edad" empezó a estar clara. El batería Tommy Curiela totalmente calvo y el guitarra Paul Nelson y el bajo Scott Spray con unas esplendidas matas de pelo blanco.

En ese momento se me cayó el alma a los pies. Cierto que tiene 69 años, pero muchos otros músicos tienen edades similares –Eric Clapton tiene 68 años por ejemplo– y se conservan bien.

En cambio la persona que salió por un lateral del escenario era un viejecito encorvado que llevaba una guitarra de viaje, supongo que el peso de una guitarra normal era excesivo para él, y al que acompañaba el presentador para que no se cayera hasta una banqueta en la que se sentó y de la que sólo se levantó para una canción, permaneciendo sentado el resto del tiempo –hay que indicar que para los bises sacó una guitarra Jaguar, pero tamibén la tuvo que tocar sentado.

Lo peor, por el y por nosotros, no era que no pudera andar, sino que las manos adolecían de la misma vejez y que, por ejemplo, al coger una botella de agua, estas temblaban.

Igualmente el sonido, que no era excesivamente bueno tapaba la voz de nuestro ídolo. Inicialmente pensé que se trataba de un ingeniero de sonido poco competente, pero al final comprobé que el problema es que las cuerdas vocales de Johnny Winter habían seguido el camino de sus manos y malamente lograba entonar las canciones.Todo el concierto tuvo una marcha que hacia que se nos movieran los pies, pero para cualquiera que tuviera unos conocimientos básicos de guitarra la situación era envidiable: los sólos y punteos sencillos, muy sencillos, los hacia Johnny Winter, pero cuando eran más rápidos o complicados los realizaba Paul Nelson y Johnny se limitaba a rasguear los acordes.

Al cabo de la hora y media que duró el concierto, bises incluidos, ya tenía ganas de que terminara pero no por la música sino por ver sufrir a ese pobre anciano que intentaba volver a ser el guitarrista que fué, pero no obstante al terminar le aplaudimos con toda la fuerza aunque esto no hubiera sido un concierto de Johnny Winter, sino un pequeño homenaje al guitarrista albino.